Erase una vez una sala de cine, pequeña, ideal para las películas mas intimas que no aspiran a ser record de taquilla; oscura, como toda sala de cine que se precie de tal y con mínima cantidad de gente comiento pop corn. Y los créditos ya rodaban. Pero, contrario a lo acostumbrado, nadie se levanto de sus asientos. Todos parecíamos absolutamente atrapados por la pantalla, aunque en realidad era la música que se escuchaba. Dos canciones y la entrada de unos cuantos empleados del cine mas tarde, los espectadores empezamos a reaccionar y a desalojar el lugar. Pero con una historia y unas cuantas melodías atadas a nuestras memorias.
10 de julio de 2007
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1 comentario:
nunca la había escuchado, pero no sé pq me encantó, linda... la escucharé nuevamente, cariños y gracias por compartir...
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